La Danza Macabra

10/08/13

 

Paris. Quizás, la ciudad mas bella del mundo. Y tras pedalear por Tokyo, Nueva York, Londres y Roma, solo nos queda pedalear por La Ville-Lumière. Ya conocemos muy bien la capital de Francia, pero me hace ilusión pedalear las calles parisinas. Y que mejor con la compañía de Heinz Stucke, un ciclo-viajero alemán que lleva nada menos que viajando por el mundo en bicicleta desde 1962. Heinz ha recorrido mas de medio millón de kilómetros por todos los países del mundo. Pasamos todo el día en Paris, pues vamos a Euskadi en tren y cogemos un nocturno para ir hasta Hendaia. Con Heinz charlamos sobre nuestros viajes mientras juega con los críos. Durante un instante veo que Heinz coge a Unai en sus brazos y con una sonrisa le comento a Alice: - ¡Mira! Hay están probablemente el ciclo-viajero mas longevo (01/1940) y el mas joven (10/2011) del mundo. Rápidamente los retrato, es un instante único, para recordar. Tras almorzar pedaleamos por Paris y luego nos lleva a su guarida donde guarda todas sus pertenencias ; miles de fotografías y notas.

Regresamos a Euskadi porque tenemos algunos compromisos, ademas, Maia puede volver a la ikastola (escuela) y reencontrarse con todos sus compañeros de clase. Así que decidimos quedarnos en Ermua, mi pueblo natal, hasta que finalice el curso escolar.


Durante nuestra estancia en Euskadi Alice trabaja en el montaje de nuestra próxima proyección, un film sobre los últimos tres años viajando con los críos. Yo cuido de Unai y pedaleo por lugares que todavía no he recorrido en Euskadi. Desde que ha nacido, Unai esta acostumbrado a viajar en el ciclo-remolque y vivir al aire libre, así que no soporta estar mucho tiempo dentro del piso donde nos hospedamos. Siempre quiere estar fuera, y a pesar que diluvia todo el mes de mayo, tengo que salir con el.

También tenemos la oportunidad de reencontrar a otros ciclo-viajeros, como Lorenzo Rojo, Txentxo, que tras Heinz, es el único ciclo-viajero que sigue su estela, aunque aun lejos de la hazaña del alemán. Txentxo lleva nada menos que viajando por el mundo durante dieciséis años, y desde que le encontramos en Turquía en el 2004, siempre hemos tenido una buena amistad. A finales de junio vuelve a pedalear, y no sabemos cuando le veremos otra vez (espero que sea pronto). También quedamos con Natxo, quien recorrió el continente americano y parte de Africa junto a su compañera Idoia. Y a los vitorianos, Iñigo, Aitor y la pareja Rubén & Aurora. Estos encuentros siempre viene bien, por lo menos para mi; hablar de los viajes  realizados y compartir anécdota. Ademas, nos entendemos bien cuando hablamos de todas esas libertades y modo de vida. Incluso quedamos con gente de la WSL, personas que nos han hospedado y después hemos creado una amistad, como con Ingrid y Jon en Urruña.


Tras la fiesta de fin de curso reiniciamos el viaje camino a Bruselas. Siempre nos ha encantado pedalear por Francia, un país que ofrece de todo al ciclo-viajero ; carreteras pequeñas muy tranquilas, paisajes variados, distancias cortas, acampadas fáciles, gente amable y buena gastronomía. Francia ya lo conocemos muy bien, tanto de ciclo-viajeros como de mochileros, y la única región que no conocemos es Bretaña, así que decidimos pedalear por una región fiel a sus raíces y cultura, y sobre todo, por su tradición viajera, pues Bretaña es tierra de navegante.

Vamos en tren hasta Nantes, pues ya hemos pedaleado por la costa Atlántica hasta Royan (2009), e ir a Nantes, pasando por La Rochelle, parece bastante aburrido, un “Déjà vu”.

Históricamente Nantes fue la capital de Bretaña, aunque déspues de la revolución franceses empezó a formar parte de Loira Atlántico, departamento creado a partir de una antigua provincia de Bretaña. Un castigo de la Revolución por ser tan fieles a la iglesia. Aunque sus habitantes se consideran bretones cien por cien.

Nos hospedamos en casa de Ludivine y Romaric junto a sus hijos de la misma edad que Maia y Unai. Desde que viajamos con críos, siempre intentamos contactar con miembros de la WSL que tengan hijos, así pueden jugar juntos y para nosotros es mucho mas fácil. Pasamos tres días en la ciudad de Julio Verne, visitando su centro histórico y castillo.


En Saint-Nazare también tenemos otro contacto de la WSL y podemos llegar en el mismo día. Philippe conoce muy bien Bretaña, pues en su época trabajó realizando guías turísticas de la región. Que mejor persona para darnos consejos y decirnos lo que merece la pena visitar. Bretaña es sinónimo de costa, pues tiene nada menos que 1200 kilómetros, y pensamos recorrerla toda, aunque Philippe nos recomienda recorrer la costa del norte, pues el litoral del sur no es tan salvaje y hay mas turismo, así que nos metemos al interior para ir hasta Finisterre. Fuera de la costa, Bretaña es mas tranquilo. Siempre hay carreteras locales donde apenas hay trafico. Acampar a la intemperie es muy fácil, pues el interior es bastante boscoso, aunque para evitar la humedad, siempre acampamos en un prado, si puede ser en un alto. Bretaña es bastante colinoso y aunque sus colinas apenas superan los trescientos metros, hay que subir y bajar bastante.


Antes de ir a Brest pasamos por los montes Arrée, aunque no vamos al monte donde esta la capilla de Saint-Michel-de-Barsparts como tenemos pensado, pues esta bastante nublado y llueve, así que no podemos disfrutar de las preciosas vistas.  Desde que llegamos a Bretaña, siempre hemos tenido cielos muy claros, en una región con una reputación bien distinta, pues en Francia siempre se dicen que en Bretaña es donde mas llueve.

Tras atravesar las montañas Negras llegamos a Brest donde descansamos tres días. También estamos alojados con miembros de la WSL y con hijos. Con todos los miembros que hemos contactado siempre nos han respondido y abierto sus puertas. Incluso los que no pueden, estamos en el mes de julio, cuando los franceses suelen coger sus vacaciones. Muchos se disculpan y quieren que vayamos cuando ellos vuelvan. Algunos nos ofrecen su casa a pesar que no están allá. Los bretones, así como los franceses, es gente abierta, viaja mucho y se interesa en otras personas que también viajan. Y claro, nuestra historia, y sobre todo viajando con críos, crea mucha expectación. Quieren escuchar nuestra historia y experiencia, aunque a nosotros también nos gusta hablar y escuchar a personas de la región.


De Brest vamos directamente hasta Lannilis, donde Kristell y su novio nos espera. Antes, pasamos por la costa para que los críos jueguen en la playa. Enfrente esta el faro de la isla Vierge, el mas alto de Europa (83 mts). Aunque para visitarlo hay que coger un barco que vale un pastón. Así que lo vemos de lejos. Tenemos que volver por el mismo camino, pues la carretera no bordear la costa. Para ver las playas bretones, hay que ir y volver por el mismo camino, así que en bicicleta es algo largo, al menos que no nos importe hacer muchos kilómetros y tener mas tiempo.


En Caratec nos espera otro miembro de la WSL, Maxime. Paramos un par de días, pues Alice quiere visitar aquel lugar donde pasaba algunas vacaciones con su familia cuando era niña. Ahora es bien distinto. Pasamos una parte del día en la isla de Callot, accesible cuando la marea esta baja, pues la carretera desaparece cuando la marea sube como dice el dicho; “A galope de un caballo”. Así que tenemos que saber a que horas la carretera es practicable. En el litoral breton-normando esta las mareas mas grande del mundo después de Nuevo Brunswick (Canada). La marea sube hasta 16 metros (en Canada 18 mts), y el mar puede alejarse de la costa hasta dieciocho kilómetros. Lo que mas nos gusta que es un mismo lugar tiene dos paisajes completamente diferente; Cuando la marea esta alta y baja.


Llegamos hasta Saint Brieuc, donde cogemos un tren local para avanzar unos kilómetros, pues el 9 de julio el Tour de Francia pasa por Saint-Maló. Que mejor oportunidad de ver todo ese circo. Saint-Maló es mas pequeño de lo que pensamos y visitamos la historica ciudad fortificada en cuestión de horas.

Salimos al día siguiente para coincidir con otra etapa del Tour de Francia. Esta vez es una contra-reloj por el celebre Monte Saint-Michele. Mas que ver a los ciclistas profesionales, nos gusta observar el ambiente, sobre todo a los aficionados ingleses que  animan a los suyos mientras se atiborran de cervezas. A pesar que la llegada esta en el mismo monte Saint-Michele, podemos ir hasta allá en bicicleta. Al final no hay tanta gente como pensamos, quizás porque todo el mundo piensa que va a estar abarrotado, pero luego no va nadie. Tras visitar el pueblo, (la abadía esta cerrada por huelga de los trabajadores), continuamos la ruta. La contra-reloj está a punto de terminar y empiezan a llegar los favoritos, pero ni la vemos. En otros tiempos me quedaría a ver el final de la etapa, admirando y animando como todo el mundo a todos esos corredores, pero no siento nada por ellos. No tienen mas méritos que nosotros. También pedaleamos las mismas horas que ellos, muchísimo mas lento, pero yo por ejemplo, tiro mas de cien kilos (sus bicicletas apenas superan los siete kilogramos). Cuando ellos terminan la jornada, se van a un buen hotel donde lo tienen todo echo. Después de comer reciben un buen masaje. En cambio nosotros, tras pedalear unas cinco ó seis horas y recorrer unos ochenta kilómetros; tenemos que buscar un lugar para dormir, montar la tienda de campaña, lavarnos con una botella de agua fría, cocinar, lavar los platos y cazuelas y acostar a los críos ¡Eso es una etapa! Y si, tampoco es comparable. También esa gente tiene que tener muchísima disciplina y meter bastantes horas en la carretera.

El ambiente es bonito cuando recorremos el trayecto al adverso de la etapa. En ambos lados de la carretera hay cientos de auto-caravanas y gente recogiendo todo para largarse. Incluso hay gente que acampó la noche anterior. La mayoría de los aficionados llevan encima unas cervezas de mas y les cuesta partir. Me pregunto si el paso del Tour de Francia es la excusa perfecta para beber. Incluso en Ducey, donde a pesar que el camping está completo nos dejan instalar la tienda de campaña compartiendo parcela, hay una gran fiesta con música en vivo, porque la organización del Tour de Francia decidió que en esta edición, la centenaria, pasase por esta localidad.


Nosotros seguimos pedaleando hacia el norte, ya en la región de Normandía. Saltamos la península de Cherburgo para ir directamente a las playas del desembarco. Antes, atravesamos las tranquilas altas colinas de Normandía, pues esta región también es muy colinosa y se sube bastante.


Ya en las playas del desembarco visitamos el cementerio de los EE.UU, donde yacen unos diez mil soldados estadounidenses y el museo del desembarco en Arromanches-les-Bains, donde se construyó el puerto artificial para introducir todo el material bélico que venia de los Estados Unidos vía Inglaterra. Hay mucho mas tráfico en la costa y sobre todo turistas. Volvemos acampar a la intemperie, porque en los campings de la costa preguntan demasiado dinero por lo que es. La ventaja de recorrer la campiña francesa es que los campings municipales son muy económicos, pues no hay turismo.

Me impresiona visitar todas estas playas, y no es tanto por el desembarco del día 6 de junio del 1944, que fue una operación militar impresionante e increíble, sino como aquel día cambió la historia de Europa. Aunque me pregunto porque los Estados Unidos decidió a ultima hora ayudar a la Europa invadida por los Nazis, que les prometería los líderes de los países europeos aliados, que beneficios e intereses tendrían los estadounidenses entrar en la guerra en Europa, ó si querían evitar el avance soviético por el este... En fin, hay tantas preguntas que….

Tras las playas del desembarco vamos hacia Deauville, la reina de las playas normandas y uno de los lugares más prestigiosos y centros turísticos de toda Francia. Hay de todo; hipódromos, puerto, festivales, marinas, mansiones, casinos y suntuosos hoteles. Durante mucho tiempo ha sido el hogar de veraneo de la alta sociedad francesa y de la burguesía parisina. Deauville es conocido como la costa Azul de París, pues es el balneario mas cercano de la capital. Antes de ver todo ese glamour pasamos el día Nacional celebrando el cumpleaños de unos de los hijos de Dominique y Bertrand, nuestro anfitriones de la WSL.


Como ya conocemos la costa de la Normandía Alta, con sus famosos y bellos acantilados, vamos directamente a Ruan siguiendo el río Seine, donde hay bastantes abadías a la orilla de sus meandros.

Ruan, conocida como la ciudad de los cien campanarios, no es tan atractivo como lo pinta la guía turística. Sigue siendo una ciudad medieval con edificio de época y estilo arquitectónicos normandos, pero como muchas ciudades de la zona, fue bastante destruidas durante la segunda guerra mundial.

De Ruan cogemos la diagonal directa para ir hasta Amiens, ya en la región de Picardía, como la describe Alice, “la Francia rusa”. Da la casualidad que fue en Amiens donde me di media vuelta, cuando en el verano de 2007 pretendía cruzar Francia en solitario. Alice tenia un esguince y no podía pedalear por un par de semanas. En Amiens decidimos coger un tren e ir hasta Lille, pues yo ya he recorrido aquello, nada interesante y aburrido. De Lille vamos a Tournai, ya en Bélgica. Volvemos a recorrer el mismo camino que en el verano de 2009, cuando cruzamos Francia con Maia. Ella tenia la misma edad que Unai ahora, dieciocho meses. ¡Cuantos recuerdos! 2007, 2009, ahora 2013. Francia ya lo conocemos muy bien, y echando cuentas, casi hemos pedaleado cinco mil kilómetros en un país que tiene medio millón de kilómetros cuadrados. A Alice no le importa volver a recorrer esos veinticinco kilómetros que separan ambas ciudades, pues ella tiene ilusión de entrar a Bélgica en bicicleta.

Los padres de Alice nos pasan dos contactos para que pasemos la noche en Tournai, pero ninguno contesta. Esperamos algún tiempo en un Friterie. Alice y los críos están felices, comen patatas fritas y un fricadel,  muy típico de Bélgica. Yo bebo una rica cerveza belga. Estamos ya en Bélgica. El viajar en bicicleta tiene los días contados, por lo menos, a corto plazo no tenemos planes para otra salida, si la hay. Me deprimo. Aunque todo tiene que tener un final, y a pesar que nosotros tenemos todas esas libertad y forma de vida,  también nos toca tener un final.

Son las diez de la noche y las dos personas aun no contestan, por lo que empezamos a buscar un camping. Pasamos cerca de la estación de tren y Alice me dice; -¿Y si cogemos un tren para ir directamente a Bruselas y así le damos una sorpresa a mis padres? Solo tarda una hora, y la verdad que ir de Tournai a Bruselas no es muy atractivo, ademas, yo ya lo recorrí en el 2007. Así que cogemos el primer tren que sale para Bruselas. Llegamos a la capital belga a media noche. Recorremos esos siete kilómetros que separan la estación de Midi a la casa de Alice ¡Sorpresa! Sus padres no están y nosotros no tenemos las llaves. Llamamos por teléfono al hermano de Alice pero no contesta. Tampoco su primo. Llamo a un amigo, pero esta de vacaciones. Solo tenemos los números de teléfono que tenemos en Skype, que no son muchos. Y cuando ya estamos haciendonos la idea de acampar el bosque del parque de Woluwe, miro otra vez la lista. A si, Damien. El primo de Alice contesta y nos dice: - ¿Porque no vais a casa de mis padres que viven en Woluwe, cerca de allí? Claro, los tíos de Alice. No tenemos conexión para llamarles por Skype y nos quedamos sin crédito en el móvil. Así que nos presentamos casi a la una de la noche en su casa. Llamamos a la puerta, y su tía sale por la ventana algo extraña, como pesando ¿Quien llamará a estas horas? Nos ve y nos pregunta sorprendida; - ¿Pero que hacéis aquí a estas horas aquí en bicicleta? ¡Entrar! Y tras contarles nuestra llegada a casa  nos vamos a la cama. Que final.

 
 
 

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